Muchos
indígenas de las colonias americanas, participaron activamente en las luchas
por la independencia dirigidas por los criollos en el siglo XIX. Sin embargo,
el proyecto básico de las nuevas naciones hispanoamericanas fue organizarse al
estilo europeo, con constituciones y economías que seguían los modelos
franceses y británicos. Las circunstancias políticas y económicas de los
pueblos originarios, por lo tanto, cambiaron muy poco: seguían condenados a la
miseria y a la marginación social. Por eso han continuado las rebeliones
indígenas en diferentes regiones hasta el presente. Algunos intelectuales
mestizos y criollos del siglo XIX integraron temas relacionados con los
amerindios en sus narraciones, denunciando la explotación y pobreza de estos
grupos y reivindicando el valor de su tradición cultural. Por ejemplo, la
escritora peruana Clorinda Matto de Turner (1852-1909) incluyó en sus novelas y cuentos
diversos elementos de la tradición incaica y de la difícil vida que llevaban
sus descendientes andinos.
En primer
lugar, durante muchos años, los indígenas han enfrentado el dilema de
"integrarse" a la vida nacional, lo que significa renunciar a su
lengua, a su modo de vivir, a su religión y a su identificación étnica.
Segundo, hay muchas comunidades que ocupan territorios pertenecientes a países
distintos que tienen leyes y políticas contradictorias, como es el caso de los
wayúu en la Guajira colombo-venezolana, los aymara de Perú, Bolivia, Chile y
Argentina, los miskitos de Nicaragua, Honduras y Belice, y los mayas de México,
Guatemala y Belice, entre otros muchos. En tercer término, los intereses
económicos de los grupos con más poder en el país están a menudo en conflicto
con la necesidad de alguna comunidad indígena específica por preservar su
tierra o su modo de vida. Por ejemplo, en Ecuador y Colombia, hay frecuentes
tensiones entre los contratos de las compañías petroleras internacionales –que
traen mucho dinero al país–, y diversos grupos indígenas que se oponen a la
explotación extranjera de sus tierras.
Desde la época
colonial se creó una serie de estereotipos sobre los "indios", como
si fueran un grupo homogéneo. Se consideró que eran una masa ignorante,
perezosa e infrahumana, y se los condenó a ocupar los lugares más bajos de la
jerarquía social. Esta actitud continúa hoy en todo el mundo, especialmente con
la supervaloración de la ciencia y la tecnología occidentales. Con frecuencia,
la imagen que muchos indígenas tienen de sí mismos es de impotencia, miseria y
abandono, lo que produce alcoholismo y deterioro social. Por otro lado, ya que
las mejores tierras y fuentes de alimento son explotadas por los mestizos y
blancos, varias etnias indígenas que mantienen su unidad como pueblo deben
viajar periódicamente a trabajar para los patrones "ladinos",
haciendo más difícil mantener la coherencia de su vida comunitaria.
Referencias:
Recuperado marzo 6 de 2013
Yepes, Enrique. Artículos sobre América Latina
http://www.bowdoin.edu/~eyepes/latam/reivind.htm
Muchos
indígenas de las colonias americanas, participaron activamente en las luchas
por la independencia dirigidas por los criollos en el siglo XIX. Sin embargo,
el proyecto básico de las nuevas naciones hispanoamericanas fue organizarse al
estilo europeo, con constituciones y economías que seguían los modelos
franceses y británicos. Las circunstancias políticas y económicas de los
pueblos originarios, por lo tanto, cambiaron muy poco: seguían condenados a la
miseria y a la marginación social. Por eso han continuado las rebeliones
indígenas en diferentes regiones hasta el presente. Algunos intelectuales
mestizos y criollos del siglo XIX integraron temas relacionados con los
amerindios en sus narraciones, denunciando la explotación y pobreza de estos
grupos y reivindicando el valor de su tradición cultural. Por ejemplo, la
escritora peruana Clorinda Matto de Turner (1852-1909) incluyó en sus novelas y cuentos
diversos elementos de la tradición incaica y de la difícil vida que llevaban
sus descendientes andinos.
En primer
lugar, durante muchos años, los indígenas han enfrentado el dilema de
"integrarse" a la vida nacional, lo que significa renunciar a su
lengua, a su modo de vivir, a su religión y a su identificación étnica.
Segundo, hay muchas comunidades que ocupan territorios pertenecientes a países
distintos que tienen leyes y políticas contradictorias, como es el caso de los
wayúu en la Guajira colombo-venezolana, los aymara de Perú, Bolivia, Chile y
Argentina, los miskitos de Nicaragua, Honduras y Belice, y los mayas de México,
Guatemala y Belice, entre otros muchos. En tercer término, los intereses
económicos de los grupos con más poder en el país están a menudo en conflicto
con la necesidad de alguna comunidad indígena específica por preservar su
tierra o su modo de vida. Por ejemplo, en Ecuador y Colombia, hay frecuentes
tensiones entre los contratos de las compañías petroleras internacionales –que
traen mucho dinero al país–, y diversos grupos indígenas que se oponen a la
explotación extranjera de sus tierras.
Desde la época
colonial se creó una serie de estereotipos sobre los "indios", como
si fueran un grupo homogéneo. Se consideró que eran una masa ignorante,
perezosa e infrahumana, y se los condenó a ocupar los lugares más bajos de la
jerarquía social. Esta actitud continúa hoy en todo el mundo, especialmente con
la supervaloración de la ciencia y la tecnología occidentales. Con frecuencia,
la imagen que muchos indígenas tienen de sí mismos es de impotencia, miseria y
abandono, lo que produce alcoholismo y deterioro social. Por otro lado, ya que
las mejores tierras y fuentes de alimento son explotadas por los mestizos y
blancos, varias etnias indígenas que mantienen su unidad como pueblo deben
viajar periódicamente a trabajar para los patrones "ladinos",
haciendo más difícil mantener la coherencia de su vida comunitaria.
Referencias:
Recuperado marzo 6 de 2013
Yepes, Enrique. Artículos sobre América Latina
http://www.bowdoin.edu/~eyepes/latam/reivind.htm
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